Gris otoño que tiñe el verano
La oscuridad de mi habitación
El humo gloriosamente
condensado
Dejando crecer la inspiración
Llevando al momento justo del
colapso
A un rincón del alma el olvido
Haciendo al recuerdo rico y
sustancioso
Elemento principal del delirio
Se sacuden las sabanas del
polvo madrugado
Que ha llegado a amanecer sin
ser perturbado
Despierto junto a mí un sueño
inmaculado
Un corazón palpitante con más
de un clavo traspasado
Acude al rescate la ira
Para cubrir el desdén
Sacudiendo el puño con furia
Para despedir al Edén
Llegado el infierno al sepulcro
Aunque nadie lo llamó
Haciendo ver dulce y pulcro
Lo que el cadáver siempre odió
Se deshacen las figuras
El humo se ha dispersado
La mañana apaña las dudas
¡Nada ha cambiado!
La ansiedad desfigura el tiempo
Cada segundo una eternidad
El ermitaño se esconde en su
templo
Imaginando otra realidad
Las paginas amarillentas
El café y la nicotina
Las únicas herramientas
Contra la absurda monotonía
El sol se reúsa a callarse
Continúa gritando claridad
Resulta imposible calmarse
Con tanta sinceridad
Caen las palabras sobre el
papel
Una a otra se remiendan
Haciendo del verso su cárcel
Y la de los que las alimentan
Odio a veces las palabras
Son demasiado insuficientes
Unas muy cortas, otras muy vastas
Y siempre demasiado
incoherentes
Doblan al fin las campanas
Un día más ha muerto
El clamor de las calles lejanas
Vuelve a ser un desierto
Escucho al insecto nocturno
Aletear en mi ventana
Como yo… siempre de turno
Buscando respuestas para un
mañana
En la noche no es dura la
espera
De aquella ilusión que me
inspire
Tarda pero siempre llega
Haciendo que sonría y suspire
Esperanza… ese es mi credo
Esperanza de encontrar lo que
quiero
Desatar de mi vida el enredo
Y continuar a paso sincero
Forjando con mis manos el
destino
Entre flores, humo y placer
Rogando encontrar el camino
En el que encuentre el querer…
Pancho.
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