martes, 20 de agosto de 2013

Hecatombe.

Tu mirada anclada al fuego mientras el mundo se desintegra,
tus ganas de acabar con todo,
mis ganas de dejarte libre,
y este silencio que adormece,
que no entienden los humanos,
que nos decapita.

El rostro inalterable del mundo cuando ríes,
la espera de las hojas por encarnar al viento,
esa maníaca fuerza de sentirse solo,
ese lúgubre vació entre los dos.

Te fundes en el resplandor de los deseos,
te infiltras en las maquinas de horror,
y no desembocas en los cuerpos,
y no iluminas mi colchón.

Tal vez nunca te vi,
y tal vez nunca me entere,
quizá el tiempo ya no es tan amargo,
y tus ganas quizá sean mas humanas.

El hedor a muchedumbre entre nosotros,
esa pálida caricia del dolor,
los eternos espejismos cotidianos,
las aceras cementerios sin color.

Volverán a desafiarnos las miradas,
a desenvainar las armas de mis ganas,
a dolernos donde duelen las palabras,
a dictarnos amarguras,
a quitarnos el calor.

Yo salí a volar,
salí quitarle el brillo a los inviernos,
a desmoronar tu volátil armadura,
a gritarle al mundo que no estoy y no estaré,

Aun observo el universo con mis llamas,
aun recuerdo las vergüenzas del ayer,
aun asesino nuestras ansias indomables,
aun espero que sigamos siendo dos.

Y regreso al cementerio de los besos,
al lugar donde enterramos el color,
donde habitan los inhóspitos cerrojos,
donde entierran cada noche mi estupor...


Marlon Mendieta.





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