dominio inalcanzable de este ser odiado,
docenas de liturgias en honor a un "cuerdo",
dormimos cada noche junto al triste arado,
doblados por la sed, el fruto y lo pactado.
reseñas y añoranzas de bajo calibre,
rescates intrigantes en son de la costumbre,
retumba en las montañas el grito del hambre,
respira y nos condena con la sed de un buitre.
migajas de inocencia en cuerpos recomí,
miseria que se espanta cuando el alma comprimí,
mitológicas batallas nocturnas consumí,
misterio descifrar que ante tu vos me suprimí.
fácil es venderse obedeciendo la tarifa,
faena de mil versos sintiendo aquella estrofa,
fatídico momento de encarnar en un califa,
fanático de ver tu desnudez en mi sofá.
solemne campanada que atraviesa el sol,
soldados, sangre y patria con gloria en aerosol,
solapas que desvelan tus labios de girasol,
soltura y movimiento fundidos en crisol.
latido que liquida amaneceres de amapola,
ladrido que interpreto si pierdo tu color canela,
lapidas sin nombre nos persiguen aunque duela,
labios decididos a perderse en una estela.
sigo deteniendo el tiempo en frenesí,
silencio del culpable que despierta un bonasí,
sigiloso y trasparente tu color en carmesí,
sirenas milenarias saben bien decir que si.
doblegando las tragedias del núcleo abandonado,
dócil eterna y firme tu energía que ha curado,
dogmas y secretos que el mundo a consentido,
dormir junto a la nada, en tu espalda acorazado.
Marlon Mendieta.
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