Esperando intranquilo me encontró la mañana.
Confuso en el tiempo y en la ambigua distancia.
Caótico en la ira esperando respiro.
Arrancándole los pétalos a cualquier alivio encontrado.
Esperando exaltado me descubrió la tarde.
Gritándole al viento y mi maldita espera.
Rogando encontrar una salida cualquiera.
Acumulando pasión para la acción venidera.
La tarde cayo con su abrazo rojizo.
Los minutos insaciables se tornaron en plomo.
El peso sobre mis hombros de la brutal espera.
Y la oscuridad invadiendo al fin mi ventana trasera.
La noche se rio cuando me vio aquí esperando.
Escupió en mi cara su encanto, un desespere aun más ingrato.
Su silencio, su sosiego, su murmullo de hojas agitadas.
El maldito insomnio que siempre llega a destiempo.
La lluvia en la oscuridad, la que no se logra ver.
Solo se escucha en el tejado con su desesperante exactitud.
Contando uno por uno los segundos de mí espera.
Y acabando con la esperanza que antes de ella existiera.
La noche larga, siempre más larga en la espera.
Me lleva por parajes húmedos, por laberinticos pensamientos.
Me hace navegar en dudas, me inclina a naufragar en llanto.
Me da sed de poder ser, pero yo sigo esperando.
En la más profunda oscuridad, la quietud que anuncia el amanecer.
En ese momento exacto se que ya he esperado bastante.
Que tal vez haya sido demasiado, que podría descansar un instante.
Pero veo una línea roja que va ganando el cielo.
Entonces se que solo debo seguir esperando.
Vaivén absurdo de los días, percances y algarabías.
Reveces calzados, profundamente dolorosos.
Recuerdos de besos ansiosos que esperan volver presurosos.
Retumban los truenos mi tejado, y con él la esperanza de evadir la espera.
La mañana pasa aburrida, como si quisiera pasar de largo.
Caminando en la lluvia agresiva, y me vuelve a encontrar esperando.
Mojando un poco más que mi cara, empapando mi memoria de sueños.
Llevándome a mí mismo al por qué, del que sigo esperando.
Empapado en el banco de un parque, la tarde me ha visto esperando.
Me encuentra pensativo y firme, sin queja ni quebranto.
Me ha preguntado ¿cómo ha sido? ¿Por qué sigo esperando?
Con la lluvia calando mis hueso, si hasta el cielo a soltado su llanto.
No es difícil entender que la espera no es una estadía.
Que resistir un poco mas es a veces la única forma de avanzar.
Porque la tarde pasara como ha pasado el día.
Pero mi espera acabara solo cuando yo me rinda.
Pues ya lo dijo algún día un sabio conde en una isla.
Cuando se trata de hacer bien las cosas solo existe una salida.
Contra desespere y venganza, contra pesadumbre y melancolía.
Solo espera y confía, solo espera y confía…
Pancho.
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