Pálida madrugada, ceniza de quebranto,
Ensoñación levantada a rastras por el barrer del tiempo,
Confusa melancolía risueña de un andén siempre vacío,
Mi desespere despierta inquieto,
Se funde con el calor de los sueños,
Se refleja en otra realidad,
En una realidad alterna, anhelada, buscada,
Finalmente encontrada,
Taquicardia crónica,
Corazón mariposa alza el vuelo hacia la luna,
Luna atada de cuatro clavos para verte cuando me entre en gana,
Para palpar la pálida sombra,
Para sentir el humo de tus besos,
Casi puedo ver tus ojos,
Casi,
Vuelve la desesperación, se comprime, se clava,
Infecta la tinta del escribano,
Derrite la solides del sabio,
Imprime en mi pecho el clamor de un encuentro,
Siento tu pecho adherirse al mío,
Lagrimilla traidora, prohibida, profana,
Se escapa negra por el lagrimal desértico,
La prohíbe la conciencia,
Que se joda la conciencia,
Que se transforme en cántaro y para que bebas de ella,
Maldita lagrima, lagrima puta,
Me vende al desespere,
Empeña mi alma a precio de carne cruda,
La subasta no dura,
¿Quién daría un peso?
La compra el encanto,
La lluvia la mese, la duerme, la deja libre,
Navega por mares de cemento, por laderas de metal,
Regresa al lagrimal, comprimida entre la esperanza y el deseo,
El viento me eleva, me quiere llevar,
A la mierda con el viento,
A la mierda con su encanto,
A mí no me compra tan fácil,
Que se joda y se estanque en sus propios avatares,
Que a mi vela la empujará mi aliento,
Desespere infame, putrefacto, inevitable,
Con o sin él, elevando el grito al cielo,
Que sin partir ya he vuelto,
Que nunca me he ido,
Que no sé cómo he llegado,
Pero siempre he estado.
Pancho.
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