domingo, 1 de mayo de 2011

Mujer de cansados sueños.

Su silueta ultrajada por el tiempo,
Su piel gastada por las indeseables caricias,
Dueña de la nostalgia y las arrugas,
Dueña de un corazón de piedra.

Dama blanca de esquinas grises,
De tacones altos,
Con olor nocturno,
Con caminar despierto,
Aparece cada noche queriendo desaparecer.

Una teatral sonrisa posa intermitente entre sus labios,
Una mirada desesperada se esconde en sus tinieblas,
Sus pechos anhelando una caricia real,
Sus hombros ya dejaron de soñar.

Ahí esta, regalándole los sueños al fracaso,
Al próximo impostor,
Al mejor postor.

Pero quiere ser libre,
Quiere hacer el amor,
Que la desnuden y acaricien con ternura,
Escuchar un susurro,
Que se crucen las miradas,
Que renazca el amor de adolecentes.

La dama blanca ahora obscurece,
Y las esquinas se tornan desconocidas,
Ella sentada en su balcón,
Observa con rencor al mundo,
A ese mundo de injusticias,
Al que vende sus sueños.
Al que la vende cada noche.


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