Cien y otra noche en vela.
Para confundir en tu estela la espera.
Del fortuito y violento despertar.
De tus venas a punto de colapsar.
Entre alcohólicas y presurosas confesiones.
Que al amanecer se convertirán en maldiciones.
De aquel hombro en el que no pudiste despertar.
De ese mismo que ha empezado a naufragar.
Entre tu sincera embriaguez y tu lógica al revés.
Pensando que hoy ha ganado y mañana perderá otra vez.
Pues de vez en vez tu sueño se aleja.
Y con cada una su sabana añeja.
De su añoranza el último sudor.
De aquella que no obtuvo su dolor.
Sino una sonrisa a medias.
Una de las pocas alegrías.
Que una noche sin ilusión.
Se tornó entre pasión.
Por descubrir en esos labios lejanos.
La leve caricia que ofrecieron callados.
Pancho.
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