Sueño que vuelvo a la vejez de mis
sueños,
Que mis cabellos se han teñido en grises
Y mis sueños al fin se ven en color.
Sueño que recuerdo algo no sucedido.
Un colapso entre dos mundos,
Entre tu mundo y el mío.
Mis arrugas guardan polvo,
Mis dedos ceniza y plomo,
Y mi sonrisa más gastada.
Tú al contrario pareces inmune al
tiempo,
Tus labios son beso en sí mismos,
Tu piel durazno recién nacido,
Y tu cabello… ¡ah! tu cabello,
Hasta en sueños es mi encanto puro.
Te veo y en tus ojos me veo,
Tu tristeza, mi melancolía,
Tu locura, que es la mía,
Abrazos que no se dieron,
Adioses que no se dijeron,
El tiempo lo devasto todo,
Menos este absurdo encuentro.
Sueño que no parece sueño,
Porque hasta en la vejez de mi sueño,
Aun cuando ni en él te esperaba,
Me ataca el miedo de la separación.
Una sola esperanza.
Tus lunares.
Mi vejez y tus lunares.
Esos hermosos lunares que siempre fueron
belleza.
Esos hermosos detalles que dicen más de
lo que callas.
Los veo, los siento y por poco reviento.
Son ellos mi esperanza,
Son ellos la supervivencia de este
sueño.
Pues una extraña sensación me dice,
Que si tus lunares encuentran los míos,
Y se pierden juntos y absortos,
Como un rio que se acaba de desbordar.
Los recuerdos no serán ficticios.
Y mi vejez no será desconsuelo.
Seremos lo que nunca fuimos.
Nos fundiremos entre tus caderas.
Y volveremos a nacer.
Solo con esa esperanza dejo de lado mi
vejez,
Despierto de este sueño anhelado,
Con un solo pensamiento a mi mente
anclado,
Tus lunares,
Que me caiga la vejes y el mundo encima,
Pero que cuando llegue aquel día,
Pueda encontrar tus lunares.
Pancho.
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