Déjame un instante respirarte,
Coserme a tus montañas,
Soñar sentado en tus pestañas,
En tu vientre respirar,
En tu boca observar el infinito.
Déjame secarme entre tu pelo,
Volverme loco en el lienzo de tu espalda.
La sombra de tus piernas,
Y el olor de tus besos victimas de mi decapitado amor,
La caída eterna de las caricias pasadas,
Las que te extrañan,
Las que se mueren por mirarte,
Las que nunca se van,
Se quedan a tu lado los portales,
Los sueños,
Cada espera y cada cielo,
Desnuda tan hábil y desnuda,
Cada parte de tu infierno,
Cada flor y cada espina,
Cada noche y sus tormentas,
Tus lágrimas miran junto a mi el atardecer,
Tus ojos salen a pasear por mis poemas,
Tu cuello tan enemigo del olvido,
Y aquel olor tan frágil,
Tan tuyo,
Tan de las montañas.
Déjame cantar por tu silencio,
Por tu espalda,
Darle un beso a las batallas,
Pintar cada corazón color tenerte,
Acariciarte las guerras y conflictos.
Tus cascadas y arrecifes
Tus estrellas y animales,
Despiertas tan sola y tan del sol,
Tan estéril y cansada,
Tan enamorada de la nada,
De la quietud,
Del silencio,
Tan enamorada de mi.
Déjame cavar en tus infiernos,
Desaparecer en el espacio de tus dedos,
Matar cada cristal de tiempo,
Dejar y que te dejes
Matar y que me ames.
Yo tan solo,
Libre y solo,
Tuyo,
Triste,
Cansado,
Callado y quieto,
Soy costumbre,
Soy nada,
Soy nada para ti.
Marlon M.
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