Una
sombra recorre las avenidas de la ciudad y la figura de una mujer la sigue de
cerca, tratando de atraparla pero es más rápida que ella.
Sus pies
pequeños y esbeltas piernas, caderas anchas y abdomen firme, senos pequeños
hombros estrechos y delgado cuello que era ocultado por una larga cabellera
negra que acariciaba su espalda casi por completo. Su rostro estaba oculto por
la noche, protegido de los ojos que la recorrían ansiosamente.
Un hombre
de dudosa moral estaba de pie arrimado a un poste en una esquina, vestido de
negro de pies a cabeza, sus botas, pantalón camisa de botones una gabardina que
llegaba hasta sus rodillas y pese a que era media noche un sombrero que no
dejaba ver su rostro. Sus brazos cruzados a la altura de su pecho y el humo de
un cigarrillo salía despedido al viento. Sus dedos se movían constantemente,
parecía un depredador asechando a su presa. Metió su mano derecha en un
bolsillo y saco una moneda, con la que jugaba, pasándola por sus dedos como un
apostador.
Justo en
momento en que estaba por acabar de fumar y retirarse frustrado, la vio. Sus
pasos apurados y nerviosos llamaron su atención. Un nuevo cigarrillo se prendía
en la noche mientras contemplaba. La joven se detuvo frente a él solo la calle
los separaba sus miradas se encontraron y ella bajo la cabeza antes de empezar
a caminar más rápido, casi corriendo.
Una
moneda se guardó en un bolsillo y el salió caminando atrás de ella, parecía que
no había mas habitantes en aquella ciudad, todo estaba desierto, abandonado,
solo el viento era testigo de aquel suceso, la distancia era más corta con cada
paso. Las piernas cortas de aquella pequeña joven no se comparaban con las
largas piernas de aquel hombre alto que la perseguía… riéndose y disfrutando
sus pensamientos.
Llegaron
a una esquina y ella giro a la derecha, en ese momento salió corriendo
frenéticamente, no tenía ningún destino solo buscaba poner distancia entre los
dos. El hombre la miro, soltó una carcajada y en cuestión de segundos la tenía
atrapada, su mano cerrada en el brazo izquierdo de la joven la apretaba con tal
fuerza que ella soltó un alarido. Nadie respondió al grito.
Él la amarco
con facilidad, parecía que no pesaba nada, ella se sacudía pero no podía
soltarse. A pocos pasos de donde se encontraban había un callejón oscuro. En
ese lugar la soltó y la contemplo un segundo antes de abalanzarse sobre ella.
Su impulso sexual lo dominaba por completo intento arrancarle la blusa pero no
fue la media luna de sus pechos con lo que se encontró.
El
reflejo de la luna llego desde el piso hasta los ojos del hombre, quien quedo estático
en un segundo que duraría una eternidad, en el costado de su vientre un dolor
lo había paralizado y lo llevaba al piso. La mujer no se encontraba asustada,
sonreía frente a él, una sonrisa fría y cruel se dibujaba en sus finos labios.
Su mano derecha estaba en contacto con el costado del hombre y la giraba sin
soltar lo que agarraba, lenta y firmemente hasta que la retiro en un movimiento
limpio.
Las manos
del hombre se encontraron con el suelo para sostenerlo, el dolor era demasiado
agudo. Sintió como le alaban del cabello y fue obligado a ver a su verdugo a
los ojos…
Un beso
se depositó en sus labios, un regalo de amor y la hoja de un cuchillo cortaban
su cuello de lado a lado. Lo soltaron su cara beso el pavimento el frio viento
lo cobijo mientras su sangre abandonaba su cuello formando un charco a su
alrededor, al mismo tiempo la vida lo dejaba, había perdido su apuesta y esta
era la consecuencia.
Una mano
entro en su bolsillo y saco una moneda que se paseaba en los dedos de otra
persona. Los cortos y delgados dedos de una mujer que guardaba un cuchillo, no
se notaba pues estaba bien acomodado a un costado de vientre. Una sonrisa se
dibujaba en sus labios esta vez de satisfacción pues había conseguido lo que
salió a buscar en aquella noche fría. El último beso que pueda dar un hombre.
poesia en cuento... el beso con el que se podría morir en paz...
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