sábado, 19 de octubre de 2013

Un último beso

Una sombra recorre las avenidas de la ciudad y la figura de una mujer la sigue de cerca, tratando de atraparla pero es más rápida que ella.

Sus pies pequeños y esbeltas piernas, caderas anchas y abdomen firme, senos pequeños hombros estrechos y delgado cuello que era ocultado por una larga cabellera negra que acariciaba su espalda casi por completo. Su rostro estaba oculto por la noche, protegido de los ojos que la recorrían ansiosamente.

Un hombre de dudosa moral estaba de pie arrimado a un poste en una esquina, vestido de negro de pies a cabeza, sus botas, pantalón camisa de botones una gabardina que llegaba hasta sus rodillas y pese a que era media noche un sombrero que no dejaba ver su rostro. Sus brazos cruzados a la altura de su pecho y el humo de un cigarrillo salía despedido al viento. Sus dedos se movían constantemente, parecía un depredador asechando a su presa. Metió su mano derecha en un bolsillo y saco una moneda, con la que jugaba, pasándola por sus dedos como un apostador.

Justo en momento en que estaba por acabar de fumar y retirarse frustrado, la vio. Sus pasos apurados y nerviosos llamaron su atención. Un nuevo cigarrillo se prendía en la noche mientras contemplaba. La joven se detuvo frente a él solo la calle los separaba sus miradas se encontraron y ella bajo la cabeza antes de empezar a caminar más rápido, casi corriendo.
Una moneda se guardó en un bolsillo y el salió caminando atrás de ella, parecía que no había mas habitantes en aquella ciudad, todo estaba desierto, abandonado, solo el viento era testigo de aquel suceso, la distancia era más corta con cada paso. Las piernas cortas de aquella pequeña joven no se comparaban con las largas piernas de aquel hombre alto que la perseguía… riéndose y disfrutando sus pensamientos.

Llegaron a una esquina y ella giro a la derecha, en ese momento salió corriendo frenéticamente, no tenía ningún destino solo buscaba poner distancia entre los dos. El hombre la miro, soltó una carcajada y en cuestión de segundos la tenía atrapada, su mano cerrada en el brazo izquierdo de la joven la apretaba con tal fuerza que ella soltó un alarido. Nadie respondió al grito.

Él la amarco con facilidad, parecía que no pesaba nada, ella se sacudía pero no podía soltarse. A pocos pasos de donde se encontraban había un callejón oscuro. En ese lugar la soltó y la contemplo un segundo antes de abalanzarse sobre ella. Su impulso sexual lo dominaba por completo intento arrancarle la blusa pero no fue la media luna de sus pechos con lo que se encontró.

El reflejo de la luna llego desde el piso hasta los ojos del hombre, quien quedo estático en un segundo que duraría una eternidad, en el costado de su vientre un dolor lo había paralizado y lo llevaba al piso. La mujer no se encontraba asustada, sonreía frente a él, una sonrisa fría y cruel se dibujaba en sus finos labios. Su mano derecha estaba en contacto con el costado del hombre y la giraba sin soltar lo que agarraba, lenta y firmemente hasta que la retiro en un movimiento limpio.

Las manos del hombre se encontraron con el suelo para sostenerlo, el dolor era demasiado agudo. Sintió como le alaban del cabello y fue obligado a ver a su verdugo a los ojos…

Un beso se depositó en sus labios, un regalo de amor y la hoja de un cuchillo cortaban su cuello de lado a lado. Lo soltaron su cara beso el pavimento el frio viento lo cobijo mientras su sangre abandonaba su cuello formando un charco a su alrededor, al mismo tiempo la vida lo dejaba, había perdido su apuesta y esta era la consecuencia.


Una mano entro en su bolsillo y saco una moneda que se paseaba en los dedos de otra persona. Los cortos y delgados dedos de una mujer que guardaba un cuchillo, no se notaba pues estaba bien acomodado a un costado de vientre. Una sonrisa se dibujaba en sus labios esta vez de satisfacción pues había conseguido lo que salió a buscar en aquella noche fría. El último beso que pueda dar un hombre.

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