Algo había en ti que
me seducía
Que hacia inditos mis
desvelos, y esa vieja usanza de desperdiciarnos
De las historias de
vieja alcoba con tu espalda rezagada en mi pecho.
De esos dos cuerpos que
sudando, no podían siquiera tocarse
Era lo inequívoco del
placer
Ese imbécil y mal
usado magnetismo de caricias
De esos desesperados
besos que no nos devolvían a la realidad
Ni nos permitían
tanto a ti como a mi flotar en esa quimera llamada amor
Nunca entendimos ni
las reglas del juego
Tal vez por demasiado
animales, demasiado instinto
Tal vez porque tú lo sentías
más personal que yo.
Era solo necesidad…
solo necesidad
Pero todo acaba…
Sin embargo, en esta
noche, que el deseo no me deja pernoctar
Y el jadeante recuerdo de tu voz y tu olor me
atrapan
No me queda más que
cerrar los ojos, solazar la mente
Y no tropezar de
nuevo llamarte, saludarte con un beso
Y volver a decirte:
Hola Soledad
Luis Bedoya.
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